Desde el principio de los tiempos, la adoración ha constituido las acciones y actitudes que reverencian y honran la dignidad del gran Dios del Cielo y de la Tierra. Por lo tanto, la adoración se concentra en Dios y no en el hombre.
En la adoración cristiana, el creyente se acerca a Dios en gratitud por lo que ha hecho por él en Cristo y por medio del Espíritu Santo.
La adoración exige una entrega de fe a Dios y un reconocimiento de que Él es Dios y Señor.
La alabanza a Dios es indispensable para la adoración cristiana. Fue un elemento clave en la adoración a Dios de parte de Israel, así como también en la adoración de la Iglesia de los primeros tiempos.
De las muchas maneras que existen de alabar a Dios, está la de cantar salmos, himnos y cánticos espirituales. En el Antiguo Testamento existen numerosas invitaciones a cantar a Dios, incluso en el nacimiento de Jesús, la Biblia recoge que “todo el ejército celestial prorrumpió en un canto de alabanza” (Lc 2:13-14). La Iglesia novo-testamentaria era una comunidad que cantaba frecuentemente y en ninguno de los casos, ni bajo ninguna circunstancia ellos consideraron el canto como un medio de entretenimiento. La Biblia recoge también, como otra forma de alabanza, la alabanza musical a Dios, esta puede expresarse mediante diversos instrumentos (de viento, de cuerda, de percusión, etc.) (Salmo 150, 1º Crónicas 13:8, etc.).
El grupo de alabanza ADESANF está formado por personas consagradas a Dios que, bajo la dirección pastoral, aúnan estas dos formas de expresión de alabanza a Dios, con el principal objetivo de guiar a la Iglesia en la alabanza y adoración congregacional con la mejor música.
Para formar parte de este grupo se requiere de personas que hayan tenido un encuentro personal con Jesucristo, y deseen responder al llamado que Él les hace, consagrando sus voces e instrumentos para alabar a Dios guiados por el Espíritu Santo.